Pandilleros de Tacuba lo asesinaron porque ya no quizo delinquir.

Las autoridades buscan al Chagui, un palabrero que delinque en Ataco y Tacuba, ambos del departamento de Ahuachapán.

El arrepentimiento de un joven de 17 años de ingresar a la Mara Salvatrucha (MS-13) le costó la vida a él y a sus padres, quienes fueron asesinados el viernes 1 de junio en el interior de su vivienda localizada en la finca Montecristo, cantón Montehermoso de Tacuba, Ahuachapán.

Ocho días han pasado desde que Henry Abigaíl Hernández Hernández, junto a sus padres María Emma Hernández, de 49 años, y Manuel de Jesús Hernández Gómez, de 50, fueron brutal y salvajemente asesinados con machete, por supuestos miembros de la Mara Salvatrucha (MS). En el lugar quedó una bebita de año y medio, que se desconoce quiénes eran sus padres.

Una de las hipótesis que maneja la Policía Nacional Civil (PNC) es que el menor de edad se llevaba con los pandilleros de la zona y como este les manifestó que sus padres no le permitían que entablara amistad con ellos optaron por asesinarlos cruelmente a los tres.

CLINIC PROPA 1 - Pandilleros de Tacuba lo asesinaron porque ya no quizo delinquir.

La escena en la que fueron encontrados los tres cuerpos era dantesca, fuerte, cruda, como sacada de una historia de “Jack, El Destripador”.

O en el peor de los casos, la escena de los tres cadáveres encontrados en la finca Montecristo, se parecían a las muertes con excesiva violencia o crueldad física que perpetraba “Jason” , el personaje de películas de Viernes 13 que, con máscara de hockey y un machete, asesinaba a personas.

La escena de Tacuba no era muy alejada de la ficción, padre e hijo tenían amarrados sus brazos, sus manos y pies estaban desmembrados, había heridas de machete en la cabeza, sus cuerpos estaban en medio de unos sacos de abono y unos racimos de guineo que habían cortado de las huertas minuntos antes de ser cruelmente asesinados.

La señora fue la que ya se llevó la peor saña de los criminales. Cuando atacaron a su hijo y a su esposo ella intentó huir de sus verdugos, pero le dieron alcance y también fue asesinada con machete en uno de los cuartos.

Ella había sido desmembrada de brazos, piernas y cabeza. Un total desprecio a la vida humana, una muerte sin piedad y cuyos autores materiales podrían ser tildados de inhumanos.

Cuenta la Policía, que don Manuel era el mandador de la finca y llevaba la administración del lugar, y junto a su esposa e hijo tenían aproximadamente cinco años de estar viviendo en el lugar.

Aseguran que asesinaron a gente humilde, trabajadora, honrada y que su único pecado fue que el muchacho tenía vínculos con miembros de pandillas, según una de las hipótesis de la Policía.

La PNC presume que Henry ya andaba en la pandilla y que le habrían encomendado realizar delitos como homicidios, extorsiones o robos y que el joven no estaba cumpliendo estrictamente las órdenes y eso no les estaba gustando a los delincuentes, pues las dejaba a medias.

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